Ya no estamos ante los Vengadores, capitaneados por Tony Stark y dirigidos por Nick Furia. Ahora son unos pobres diablos que han trabajado en la clandestinidad creyendo que hacían el bien cuando, en realidad, estaban sirviendo intereses políticos de muy baja estofa que se han utilizado para el aprovechamiento personal del aventajado o aventajada de turno. Habrá un elemento extraño que se ha salvado de la quema y que no saben muy bien cómo aceptar porque tampoco tienen mucha idea de qué es lo que es capaz de hacer. En realidad, ser un superhéroe no trae más que problemas, por mucho que lo que se intente sea precisamente lo contrario. Curar de problemas a la humanidad. Mucho cuidado con ellos.
Hay que reconocer que, durante dos tercios del metraje, la película llega a ser bastante interesante, aunque de esta versión de saldo de los Vengadores sea El Soldado de Invierno el que tiene más carisma de largo y es, casi, al que menos cancha le dan. Prácticamente todo está visto bajo el prisma de la nueva Viuda Negra, confiando en las habilidades interpretativas de Florence Pugh, despreciando la posibilidad de darle el respiro cómico a David Harbour con su papel de ridículo capitán soviético en ruinas, sin desarrollar en absoluto a la pobre Fantasma y dejando al nuevo Capitán América de segunda mano sin más armas que la de su escudo doblado y su carácter de veleta. Sin embargo, con el público en el bolsillo, la historia se confía demasiado y el último tercio decae sin remedio. No hay grandes enfrentamientos, ni grandes batallas, ni una lucha a muerte…no, sólo las visitas a unas cuantas habitaciones mentales que evidencian que aquí no hay ninguno que tenga las neuronas en su sitio. Digamos que Thunderbolts* está por encima de los últimos intentos de Marvel, pero que dista bastante de estar entre las mejores.
De lo que se trata primordialmente es de recuperar el espíritu de los Vengadores (en algún momento hasta se puede escuchar el tema principal de la música de sus películas, debido a Michael Giacchino) y plantear la posibilidad de que hay personajes con recorrido suficiente como para creerse un renacimiento de estos justicieros que están por encima del bien y del mal aunque tengan ciertos retorcimientos mentales que hacen que no distingan una cosa de la otra. Mientras tanto, sí, se pasa un buen rato debido a que la película es larga, y que se llega a algún que otro momento de disfrute sin llegar a ese espectáculo de acción continua sin descanso y sin sentido que hemos podido ver en anteriores entregas del universo Marvel. Al menos, se puede decir sin ruborizarse demasiado, que aquí se intenta hacer algo de cine, sin llegar una espectacularidad de cebo que hace que el argumento importe menos que el edificio Stark que, por cierto, debe ser la construcción más maltratada del universo a secas. Pónganse cómodos. Y a ver si alguno de ustedes aprende a volar con ellos.
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