Plauto ha muerto, ¡viva Plauto! - Berenjena Company

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5 ene 2023

Plauto ha muerto, ¡viva Plauto!


Plauto está muerto... Eso creo que ya lo sabían pero su teatro sigue vivo, aunque si me permiten el atrevimiento, quizás también tengamos que asesinarlo lentamente para crear un teatro suyo adaptado a lo que el público quiere hoy día. Me explico...


Hace veinte siglos las comedias de nuestro protagonista lo petaban en Roma (en todo su territorio) y lo cierto es que la gente lo flipaba con sus giros de argumento, sus personajes estrafalarios, su crítica encubierta (o no tanto) a la estratificación social de la República, su caracterización de todos los defectos y pecados de las clases dirigentes y cómo las clases bajas -esclavos incluidos- terminaban por ser en ocasiones los "héroes" de la función. Si por algo han pervivido sus obras es porque dos mil y pico años después, aún subsisten esos lugares comunes, esos tropos que chiflaban a la gente cuando acudía a ver una de sus comedias.


Pero a Plauto hay que matarlo de una vez por todas. Hoy el público no está dispuesto a ver una obra que dure dos horas y pico... Bueno, usted señor, el que está en su salón leyendo esta crítica echando humo por las orejas, sí lo aguantaría, pero ya sabemos que usted es un pedante de libro y huiría echando espumarajos por la boca de un montaje del Miles Gloriosus como el que el Taller de Teatro Grecolatino de Taetro estrenó en 2022. Porque precisamente es eso lo que necesita Plauto. Una reinvención, una reconversión, un lavadito de cara y una adaptación que adopte el texto original a los tiempos actuales. Que se puede hacer, oiga. Ahí lo ha demostrado Jaime Barbosa con su versión y su dirección de este montaje con el que ha conseguido en menos de una hora, sacarle toda la chicha a un texto difícil de recortar pero al que ha limpiado de polvo y paja para dejarlo en el esqueleto, en el entramado básico para fortalecer la idea principal del texto con unas interpretaciones fantásticas.


Así que, no se lo piensen. Busquen el Miles Gloriosus del Taller de Teatro Grecolatino de Taetro para poder comprobar como unos chavales que en su mayoría, no llegan a los 20, consiguen ser fieles a Plauto habiéndolo "asesinado" previamente. En el montaje del grupo chiclanero está la esencia plautina: los constantes giros argumentales, el ritmo desenfrenado de la acción, una perfecta dirección y sincronización de actores y unas actuaciones a la altura de lo que requiere este clásico. Permítanme que me detenga en la metidísima caracterización que Natalia Vázquez hace de su complicado personaje, en la cómica y súbita aparición de Rocío Agüera con el suyo, en el desparpajo y chulería de Ainara García en sus apariciones, en la comicidad y fisicidad de Yuri Ivanov encarnando a ese esclavo liante y liado, en la pausada perfección de Andrea Velázquez, en la maravillosa interpretación que Darío Lagóstena hace de un soldado fanfarrón al que aporta carisma y muchos matices físicos y textuales y en la refinada malicia de Paula Aragón en un rol al que le sabe sacar un grandísimo partido pisando con excelencia el escenario.


Una comedia en definitiva, que bebe del original clásico pero que se enriquece con el chiste de golpe y tortazo, del clown, del slapstick y para redondear, se refresca con una actualización que le viene como anillo al dedo. Como dicen los modernos, mis dieses. Soldado fanfarrón, a por otra batalla. Aprovecha ahora que hemos matado a Plauto.

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