El tiempo reinventado

Cuando de pequeño veía una película "de romanos" siempre soñaba con tener a mano una máquina del tiempo y verme inmerso en el Imperio (porque para nosotros entonces, Roma era el Imperio, no existía la República o la Monarquía). También me veía en mitad de una tribu prehistórica o en el Egipto de las pirámides. Cosas de ensoñar, cosas de niños.

Luego estudié Historia porque vi que era buena forma de entender esas civilizaciones y esos tiempos. Fue un poco abrupto darme cuenta que estudiar Historia en la Universidad era un auténtico coñazo y prometí que si alguna vez me convertía en profesor, haría algo diametralmente opuesto a lo que viví en las aulas de la facultad. En esos años pensaba que faltaba algo en la cultura popular que sacara a la Historia de ese baúl de las asignaturas "difíciles" o "aburridas". Durante muchos años solo teníamos documentales que, salvo excepciones, también solían ser bastante soporíferos. Hasta que se abrió una puerta...

Supongo que la puerta sería la de los mandamases de TVE cuando le dijeron que sí a Pablo y a Javier Olivares creadores de una serie llamada El Ministerio del Tiempo. Una puerta que se abrió de par en par para una primera temporada gloriosa de una serie que por fin tenía lo que yo buscaba: que me trasportara a otras épocas para seguir soñando como lo hacía de niño... y divirtiéndome de paso. No me canso de recomendar la serie a mis alumnos, ahora que ya soy profesor en un instituto público. Y mis chiquillos se quedan un poco extrañados de que les recomiende una serie española que va sobre episodios de nuestra Historia. Alguno ha picado. Bien por ellos. 

Y es que los guiones no solo dibujaron unas intrigas adictivas y unas relaciones entre personajes que recogían muy bien su espíritu de camaradería y de grupo, sino que destilaban gotas de humor bien repartidas y grandes guiños a la cultura popular que convirtió a muchos de sus personajes (invitados o recurrentes) en trending topic en las redes sociales. Precisamente ahí, en ese lecho, es donde El Ministerio del Tiempo ha ganado su buena fama, alejada de los variables índices de audiencia. Ahí, en ese ágora virtual, es donde se ha demostrado que esta serie es necesaria, más si cabe en estos tiempos de zozobra de la inteligencia a manos de la posverdad y la imbecilidad. Es un producto muy bien hecho, que sabe conectar con un gran espectro del público, que enseña nuestra Historia (nuestras grandezas y nuestras miserias, puesto que todo es Historia) y que por encima de todo y por si le faltara algo, entretiene. Ha sido así en las tres temporadas restantes que hasta el momento hemos visto y que nos han dejado con ganas de más, aunque ahí queda la incógnita de saber si podremos ver una quinta temporada. Quizás esos mandamases televisivos andan a otras cosas. En fin, nosotros seguiremos acudiendo a las reposiciones de la serie tanto en abierto como en HBO donde creo que de momento se puede seguir viendo este ministerio tan particular, así que os pregunto... ¿abrimos esa puerta?