Por encima de etiquetas basada en géneros musicales (que personalmente, creo que a estas alturas del partido, poco o nada le interesan a Bunbury), el disco plantea un escenario sombrío en cuanto a tonalidades sonoras y letras, con algunos chispazos de color en ritmos como encontramos en Hombre de acción. Echando mano de ritmos electrónicos, agregando melodías pop que se agradecen para equilibrar el conjunto en canciones como Las palabras (que recuerda a Radical Sonora, aunque en esta ocasión hay un quiero y un puedo, donde aquel disco se quedaba a mitad de camino) y sin dejar de lado la querencia del aragonés por la música sudamericana en Deseos de usar y tirar, la ultima creación de Bunbury plantea preguntas retóricas que algunos han querido responder viendo en su (al parecer) visión pesimista, un paso atrás del artista, una especie de retirada de una de las grandes figuras de nuestra música.
Posible es un disco que se abre con músculo. Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti), y la mencionada Hombre de acción, marcan el territorio para 42 minutos de trasiego constante en melodías que juegan con los resortes de los géneros. Se agradece la calma y el reposo de las composiciones que cristaliza como nunca en Indeciso o no, pero en su fuero interno, las nuevas creaciones compiladas en este trabajo discográfico destilan pura esencia rock... pero sin protagonismo de las guitarras. Se puede hacer rock sin ser rock y Bunbury lo demuestra en una nueva muestra de alquimia musical.
El resto de temas del disco funcionan como tabiques de la arquitectura sonora que Bunbury ha tramado para hacer de Posible uno de sus mejores discos en la última década y media: Arte de vanguardia, elegante composición que suena mucho a Depeche Mode; Mariachi sin cabeza, un tema que ya hemos escuchado (sus formas, sus maneras) en otros discos de Bunbury pero que no sobra puesto que nos recuerda la esencia del zaragozano como músico que recupera sones del mundo; Mis posibilidades (Interstellar) y Como un millón de dólares, cuentan con poderosas bases que enquistan ambos temas en la memoria del oyente... pero todo desemboca en una de esas canciones que tanto nos gustan de Bunbury. La épica, delicada en este caso, pero épica y al fin y al cabo que nos transmite la desoladora y bella Los términos de mi rendición, un tema que se nos hace corto y con el que se cierra un álbum donde Enrique Bunbury ha hecho posible una nueva vuelta de tuerca, otra reconversión del artista.
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