23 de Santy Portela |
El caso es que Taetro lleva 20 años levantando el edificio del Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero con pequeñas piezas de autores, directores, actores... y ese edificio se sostiene con solidez y dedicación. Hace unos días pudimos comprobar la buena salud de la propuesta de la asociación chiclanera con tres nuevas piezas venidas de Galicia, Madrid y Aragón. Tres obras muy distintas en lo conceptual y en la aproximación efectuada por los miembros de Taetro. Tres mínimos que engrandecen la labor de este certamen pionero en la escena nacional.
La velada comenzó narrando la génesis de una escena mítica del cine. Aquella en la que se rebanaba un ojo con una cuchilla preñada de surrealismo. Y ciertamente, Buñuelos, la obra de Carlos González Meixide, que narra en tono jocoso ese episodio de Un perro andaluz, rebosa surrealismo y una magnífica descripción de personajes. Bajo la dirección de Antonio Castaño, la obra se trastocó en un vodevil optimista y desbordante de absurdo, con toques cómicos acertadamente repartidos durante todo el montaje y con la suma de un Dalí, bien atemperado por un Juan de Lorenzo que se come el escenario en el poco tiempo que está sobre el escenario. Teresa Yribarren, Laura Tapia y Johnny pusieron su buen hacer al servicio de la función. Una fantástica apertura, una maravillosa locura que acabó con más dosis de absurdo, cosa que los señores Buñuel y Dalí hubiesen aprobado de buena gana. ¡Epatante!
Arriba: Buñuelos de Carlos González Meixide Abajo: Instrucciones para el suicidio de Pedro Alejandro Filgueira. |
La comedia sirvió como curación de malos pensamientos y con el mínimo de Pedro Alejandro Filgueira pudimos cerrar la función con una sonrisa. Instrucciones para el suicidio ahonda también en el absurdo para pulsar los temores de la sociedad en torno a la muerte y a la libertad de decisión. Pepe Raya, creciendo día a día como director de escena, reunió a tres actores en estado de gracia (Almudena Ruiz, Antonio Meléndez y Juan Carlos Morales) para ofrecernos una función simpática, llena de humor, guasa y cinismo y bien resuelta con sencillez (aunque no es fácil de hacerlo. A ello ayudó la desenvoltura que los actores pusieron sobre el escenario). Una alegría porque tenemos actores de futuro y un gran director detrás.
Un largo camino que no acaba aquí para tres textos que se trastocaron en otros "hijos" de esa idea huérfana que empezó con un folio en blanco. Larga vida a los mínimos.
Fotos: @zuhmalheur
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