Lo han vuelto a hacer. Sin perder ápice de sus señas de identidad (el absurdo, el humor, los personajes muy marcados y perfectamente desarrollados a lo largo de la trama), la Compañía Furtiva de Teatro ha sido capaz de no caer en la reiteración y aún así ser reconocibles dentro de la genialidad. Con Cruce de caminos, su tercer montaje en tres años, Carlos C. Laínez y Mili Lora han buscado nuevas fórmulas dramatúrgicas que calen en el espectador sin que por ello, se desestimen propuestas que gustaron en sus dos anteriores obras. Y lo han logrado con ciertas similitudes con uno de los grandes clásicos del teatro norteamericano, Muerte de un viajante. Es curioso cómo se parecen dos obras tan distantes. Ya, ya sé que me van a decir que me paso tres pueblos a la hora de comparar un Pulitzer con la obra de una compañía pequeña de aficionados al teatro, pero es que ahí reside la grandeza de La Furtiva; son así: descarados, impetuosos, insaciables en su búsqueda perpetua de la felicidad (teatral).
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Carlos Lainez |
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Mili Lora |
Aún están a tiempo de acercarse a ese polvoriento cruce de caminos y mientras esperan un bus hacia cualquier lugar, buscar la luz que arroja una charla cualquiera. Puede que incluso hagan algún negocio que les reporte beneficios suculentos. Palabra de crítico.
Fotos: @zuhmalheur
Galería completa
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