Un par de arrugas más (Misión imposible 6: Fallout) - Berenjena Company

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28 jul 2018

Un par de arrugas más (Misión imposible 6: Fallout)


Hay que reconocer que las aventuras lideradas por Ethan Hunt y su grupito de expertos en lo más difícil tienen su encanto. Con excepción de la segunda parte que dirigió John Woo, todas han conseguido mantener un nivel, cuando menos, aceptable. Y, en esta ocasión, es posible que hayan logrado alcanzar un más lejos, más alto y más fuerte. Al fin y al cabo, no es misión difícil, es misión imposible.

Y es que en esta acción para todos los públicos, hay que reconocer que el rato pasa como las balas silbando alrededor de la cabeza del protagonista, las persecuciones llegan a ser gloriosas, con una dirección atinada y llena de ritmo, y el argumento…bueno, eso es secundario. No se preocupen. Una vez que hayan salido del cine se autodestruirá en cinco segundos. Sin embargo, el intento para subir el nivel está ahí, es respetable, es honesto a pesar de la innegable espectacularidad y el precio de la entrada se amortiza sobradamente. Esto no es un engaño. Esto es el límite.

Por supuesto, hay alguna que otra escena en la que no se mide demasiado la sobriedad y, como humo, se va debido a lo trepidante que nos espera. Es un pecado venial que se perdona con facilidad. Y si no fuera así, esto, sencillamente, sería un timo. El personaje de Ethan Hunt desvela sus motivaciones más interiores, algo que, por otra parte, quedó bastante pendiente en la anterior entrega, y entendemos mejor esa guerra apostólica que libra más allá de la sempiterna coartada nuclear a la que tanto nos ha acostumbrado el cine de espías. Hay química en el reparto y, seamos sinceros, Henry Cavill es un tipo que cae bien, que se está revelando como un actor de cierta elegancia y que tiene más encarnadura que la de ser el afamado hombre de acero. Por otro lado, también hay un pequeño exceso de croma y de optar por la solución más asequible, pero eso sólo son excusas de villano. Se pasa bien. Se pasa fácil. Se pasa rápido.

Así que abróchense los cinturones si deciden viajar en helicóptero, y tengan cuidado si van al excusado. El peligro se esconde en los más recónditos rincones de la maldad y nunca se sabe dónde han establecido el nido. La traición es el aderezo infalible y habrá que mirar por encima del hombro para que las espaldas estén bien guardadas. El mundo se queda pequeño para tanta aventura y viajarán hasta las mismas entrañas del riesgo. Salir vivos es cuestión de milímetros y aún quedan unas cuantas misiones imposibles que realizar. El misterio también se presenta con forma de mujer y es muy sencillo ceder a la tentación. Basta con dejarse llevar por los sentidos y soñar con unos brazos y unos labios. Y como no podía ser menos, también pasa por allí algún instante de humor que respira y transpira y, también, inspira. Lo siguiente es aún mejor. Y el presentimiento de que todos los que desean puro entretenimiento lo van a conseguir sin ningún esfuerzo flota en el ambiente. Ah, y no se olviden de esa banda sonora con uno de los temas más enérgicos que ha dado el cine. Sin ella, esta misión imposible quedaría en posible y ya no tendría gracia. ¿Hace falta decir algo más? Es que es imparable y la verborrea se instala para dejar la puerta abierta a la adrenalina. Y, por favor, no presten atención a las sucesivas operaciones a las que se ha sometido su héroe favorito. El tiempo no pasa igual para todos y él se dedica a lo que mejor sabe hacer. O sea, brindarnos una nueva misión para que todos tengamos un par de arrugas más alrededor de los ojos.

César Bardés

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