Hay que reconocer que, cuando ellas quieren, las chicas tienen más estilo, son más ingeniosas, más intuitivas y más creativas que los hombres. Para ellas, las dificultades son sólo obstáculos necesarios de los que siempre se extrae algún aprendizaje. Y, por si fuera poco, se adaptan rápidamente a las situaciones imprevistas tratando de sacar provecho de todas y cada una de ellas. Saben sacar oro de sus oportunidades y también sus nervios destacan porque tienen, en muchas ocasiones, la frialdad de los diamantes.
Además tienen otras cualidades que son menos evidentes, pero igualmente valiosas. Improvisan mejor y, sobre todo y ante todo, conocen el punto flaco de cualquier enemigo al instante. Con chicas así… ¿quién necesita hombres? Sólo necesitan un objetivo y, a partir de ahí, son temibles, terriblemente elegantes, derrochan clase y su venganza, si la hay, es la peor posible porque se juega como una ventaja añadida. No es necesaria…pero sienta muy bien.
Así que ahí tenemos a la hermana de Danny Ocean preparando su propio plan y convenciendo a unas cuantas colegas para que se unan para un nuevo golpe que está bien pensado. Por supuesto, tienen sus propias armas y las utilizan sin piedad. No importa si al otro lado hay un hombre, una mujer o cualquier otro género que se nos ocurra. Lo llevarán adelante sin detenerse en otras consideraciones. Y todo con un buen puñado de encanto en sus mentes de ladronas.
Es verdad que a este juguete femenino le falta un poco para llegar al primer episodio de la serie de atracos de la banda de Danny Ocean, pero la película no es tan mala como se ha llegado decir. Tiene algunos saltos que cuestan entender. Es evidente que Cate Blanchett se come a todo el mundo a su alrededor y no cabe duda de que Sandra Bullock no está demasiado bien maquillada con ese rostro de esfinge que exhibe, pero todo funciona sin alardes, bien engrasado, con una banda sonora espectacular y con la seguridad de que, en esta historia, los hombres sólo somos una pandilla de estorbos necesarios que sólo gozamos de indulgencia en sus pequeños guiños. Es decir, este atraco da exactamente lo que se espera de él. No mucho más, pero nada menos.
Y es que hay detalles de buen gusto, con su sorpresa incluida, con diálogos bastante certeros, con todas las chicas realizando su papel y sabiendo que, si las mujeres se llevan bien, es un equipo más imparable que cualquier otro. El triunfo también se convierte en la victoria y así ellas también tienen su oportunidad de demostrar que saben tanto o más que ellos. ¿Acaso importa cuando se habla de cine? Más vale que nos vayamos acostumbrando y volviendo la vista atrás para admirar tanta belleza exterior como interior. Nada desentona en esta aventura femenina. Ni siquiera un poquito de juventud ajada. Ni siquiera la indudable verdad de que todas ellas están iluminadas por el cielo para llevar a cabo los objetivos que se marcan. Estas chicas, nos pongamos como nos pongamos, son atracativas a rabiar. Y eso, como alguien que paga por un rato de entretenimiento, no se puede más que agradecer. Por mucho que esté algo lejos del original y bastante mejor que alguna de sus secuelas. Señoras…a sus pies.
C. Bardés
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