Los cordajes de hierro (El método Williams) - Berenjena Company

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22 ene 2022

Los cordajes de hierro (El método Williams)

Alcanzar el éxito siempre suele ser un camino jalonado de fracasos. Y, a menudo, en ese periplo hacia la fama, se olvida que hay una vida más allá de los objetivos. A dos niñas prodigio del deporte de la raqueta no se les puede hurtar el humor, las ganas de divertirse, la relajación, el disfrute. Es una profesión tan exigente que, cuando llega la hora de la retirada, hay que tener una base para poder seguir adelante, además de todo un bagaje vital que ayude a la concentración, a la dura perseverancia y a luchar contra la derrota. 


Así, un padre que conoce todas las formas de perder, traza un plan para dos de sus hijas. Serán las mejores en lo suyo, pero será a través de una incansable motivación positiva. Tendrán que esperar su momento, pero, mientras tanto, ellas rogaran por competir. Los millones del patrocinio estarán en el próximo saque, pero solamente si ellas imponen las condiciones. Ellas son el centro y la periferia y nadie podrá quitarles su derecho a reír, a llorar, a ser ambiciosas, a triunfar…y también a no hacerlo. 


Por supuesto, todo requerirá un enorme esfuerzo y una constancia reservada sólo a las campeonas. Las piernas deberán moverse rápido. Los golpes tendrán que ganar en puntería. La precisión será un medio al que dominar. Y eso no se consigue fácilmente. El entorno tratará de contaminarlo todo y sólo un padre con una incomparable fuerza de determinación podrá protegerlas, aunque el foco se traslade a él, aunque algunos, incluso, le tomen por loco. Nadie ha tenido a dos Mozart en casa y los cordajes de hierro con los que está tejiendo sus raquetas serán irrompibles.


Interesante película que habla sobre la grandeza de la superación y de la confianza frente a un ambiente poblado de oscuras intenciones. Con algunos momentos realmente brillantes donde se combina una cuidada selección musical con los movimientos casi coreografiados de las dos hermanas que asombraron al mundo con su forma de jugar, destaca la interpretación versátil de Will Smith que, definitivamente, parece especializado en películas deportivas o en vidas construidas desde la fe inquebrantable de unos personajes que deben luchar con denuedo frente a los duros condicionantes de esa vida que pretenden vivir. El resultado es un paseo por canchas de barrio, por estúpidos padres que, creyendo ver grandes campeonas en sus hijas, se comportan como demoledores elementos de presión, por desprecios y, sobre todo, por insistencias, por un deseo invencible, por no rendirse nunca. Incluso cuando está en juego el punto de partido.


No ocurre nada si se pierde, siempre y cuando sea un paso más en el aprendizaje. Ese cordaje resistente a las bolas más difíciles aguantará si se han dado los pasos necesarios para conservarlo tenso. Los golpes tendrán cada vez mayor seguridad. Y no importará el nombre del rival porque el juego es lo que importa. Sólo hay que pisar con fuerza ese suelo de conglomerado y hacer que la pelota corra rápido y huya de la devolución. Posición abierta para golpear y la derecha será definitiva. Si el plan fracasa entonces el fracaso es el plan. Y para ello hay que creer, sin lugar a ninguna duda. Tener la certeza inamovible de que el número uno del mundo está aguardando a las dos chicas que estudian y que saben cuatro idiomas, que tienen una complicidad especial con sus hermanas, que sueltan la carcajada igual que una raqueta lanzada al aire. Richard Williams estuvo ahí, con todos sus defectos, con su estricta planificación, con su fe, sabiendo qué es lo que pasaba en la cancha sin necesidad de estar viendo el partido. La confianza era su mejor resto.


César Bardés

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