Una furtiva sonrisa

Richard Gere e Yllana tienen una cosa en común. Bueno, no sé si tendrán más, pero al menos una sí: han fomentado el amor por la ópera cada uno en su terreno. Uno llevando a una pipiola Julia Roberts a disfrutar por primera vez de La Traviata, una ópera con la que se "meaba del gusto en las bragas". Los otros llevando al, en teoría, género más serio de la música, a un terreno mundano (por favor, sin matiz peyorativo si no todo lo contrario) haciendo del bel canto algo accesible para todo el mundo.

El Edward Lewis interpretado por Gere decía algo que puede servir para todo aquel que se enfrente por primera vez al género: "La reacción de la gente la primera vez que ve una ópera es muy espectacular, o les encanta o les horroriza. Si les encanta será para siempre, si no, pueden llegar a apreciarla, pero jamás les llegará al corazón". A Vivian le llegó al corazón... y a nosotros su reacción (reconozcámoslo) también.

En ese empeño también se esfuerza la gente de Yllana que con The Opera Locos (Max al mejor espectáculo musical en 2019) consigue encantar, emocionar, llegar al corazón. Y lo hace con una narración basada en las coordenadas clásicas de muchas óperas: una historia de amor, de redención, de amistad que deja atrás las tribulaciones y los enredos para que terminemos con un final feliz (siento el spoiler, pero si a estas alturas no has visto The Opera Locos, no sé a qué esperas). Cinco maravillosos pero excéntricos divos de la ópera que narran con gestos y con una maravillosa y cuidada selección de temazos clásicos del género entre los que se inmiscuyen algunos otros clásicos, tan atemporales como los operísticos pero no tan lejanos en el tiempo.

Todo cuadra, todo marcha, todo va como el rayo mientras el público canturrea, acompaña con palmas o mueve los pies al son de acordes míticos. Así es The Opera Locos, un coctel maravilloso que eriza la piel a base de un despliegue vocal inusitado por parte de los intérpretes y que nos hace a muchos palidecer de envidia porque tampoco podemos entonar los primeros compases de Nessun dorma, con lo que nos gustaría emocionar con esa aria a la persona amada... Nos pasa como a ese divo con ciertos problemas que no encuentra ni la inspiración ni el amor... Pero él está tocado por la magia de las musas. Lo conseguirá y de paso nos llevará al éxtasis, a mearnos en las bragas y calzoncillos de placer. La ópera en el mismo plano del ciudadano de a pie. Qué gozosa experiencia.

La noche pasó, el rumor del bel canto permanece en nuestros oídos. Los divos descansan su voz tras darlo todo y nadie durmió. Queda esperar una nueva función de The Opera Locos para descubrir que siempre, siempre, el alba vencerá.

!Qué bien. No he usado la expresión "dar el do de pecho" en toda la crítica... Oh mierda...).

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Fotos: @zuhmalheur