El beso del hombre araña (Spiderman: No way home) - Berenjena Company

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18 dic 2021

El beso del hombre araña (Spiderman: No way home)


El hombre araña debe empezar donde terminó todo. Y, claro, debe arreglar los problemas que tiene pendientes. Y la juventud no es la mejor amiga para afrontar con serenidad las soluciones. Ya se sabe, muchas hormonas, mucha impulsividad y pocas ideas nítidas. A partir de ahí, se desencadenan unos cuantos mundos paralelos que tratan de ofrecer la imagen completa de un chico que tiene un gran poder y, por tanto, una gran responsabilidad.


Así que el fracaso ronda por sus telarañas y se enreda en los entresijos de su azarosa vida. Trata de conseguir ayuda y tampoco es la mejor solución. Debe de encajar un rompecabezas que sólo está reservado para los adultos, sin todas las piezas, imaginando lo que debe ser la aventura al otro lado del espejo, para salvar a los que ama, para tratar de no hacer daño, para que su instinto arácnido, por una vez, pruebe cuáles son las delicias que se hallan al borde mismo de los labios. El beso del hombre araña tendrá que ser el único respiro cuando el recuerdo está a punto de desvanecerse. Y habrá abundancia de telarañas, aplausos rabiosos, algún que otro fleco que, si se piensa, romperá la pretendida lógica y, desde luego, mucho entretenimiento.


El hombre araña deberá taponar el dolor y los días serán diferentes, dando lugar a un nuevo principio que no es más que la continuación de un final impío. La furia también aparecerá en algún momento porque las pérdidas desorientan y establecen nuevas reglas. El universo múltiple tiene grandes inconvenientes y los hechizos no deben tener molestas interferencias. El día del hombre araña se convierte en la noche en la que hay que ajustar cuentas con el destino, con los destinos, con las confluencias, con las simpatías y con la certeza de que la soledad es algo inherente al propio ser humano.


Puede que el único problema de esta película sea que contiene tantas sorpresas que el espectador no tiene tanto interés por lo que cuenta y sólo espera el próximo golpe inesperado. Por supuesto, la acción es el móvil y el espectáculo visual existe, algo habitual en el universo Marvel. Algunos diálogos son directamente malos y otros tienen su gracia apoyándose en esas continuas sorpresas que van jalonando su extenso metraje. Sí, no importa. Se sigue saltando con el hombre araña, participando de sus preocupaciones terrenales y universales, sufriendo con sus esfuerzos por salvar y volver al orden habitual, a la rutina ansiada que él jamás podrá disfrutar. El resultado es que el público sale encantado aunque está lejos de ser la mejor historia de Marvel. Y contiene la suficiente magia como para que eso no sea motivo suficiente como para despreciarla. Todo el mundo lo pasa bien. Y esa es la telaraña en la que todos nos quedamos enredados, siendo presa fácil del hombre araña, dándonos vueltas hasta quedar sepultados en su dominio, sin pensar en nada más, sólo acompañando a ese joven que parece confuso, a pesar de su inteligencia, como tantos y tantos otros adolescentes.


Así que no cabe duda de que es fácil abandonarse en la butaca y abandonar cualquier otra pretensión. Él es asombroso, es inmaduro, es increíble, es pena y también es alegría y, en algún momento, llega a ser júbilo. Mientras tanto, hay que acabar con unos cuantos megavillanos que han atravesado la dimensión del espacio y del tiempo y tratar de construir un futuro coherente. Y eso, en un apartado lugar de la imaginación donde habitan los super-héroes no deja de ser un ejercicio que va de lo inútil a lo imposible. Dejemos que nos embargue el beso del hombre araña. De vez en cuando, la pasión es muy recomendable.


César Bardés

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