El gran triunfo - Berenjena Company

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11 jul 2021

El gran triunfo



Si alguien en este planeta aún no se ha enterado de qué es el teatro mínimo, es que no está en este mundo. Teatro mínimo. No microteatro que eso suena a despectivo, a sacarnos unas perras porque en este maldito tiempo, poner en marcha un montaje largo solo es posible con subvenciones o con padrinos. Parece que el microteatro es la salida de los actores y actrices que no llegan a su sueño de hacerse un Shakespeare, un Tirso o un Conejero (que para eso tenemos autores vivos muy buenos). Pero el mínimo no es microteatro aunque algunos lo vendan como tal. Son varias las diferencias y el maestro García Teba, acuñador del término, las definía muy bien.



El mínimo es un género gozoso para trabajarlo. Te da opciones mil para montar una obra pero en un formato y un tiempo limitado. La imaginación se desborda porque puedes prescindir de puestas en escena pomposas y tan solo con una silla construir una escenografía completa. Tan solo hace falta que la otra parte del teatro, el público (sí, ustedes), ponga un poquito de imaginación. Habrá que trabajar un poco en eso.



El mínimo también es medio de aprendizaje. Lo saben bien en Taetro que llevan ya 23 años con su Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero por donde han pasado cientos de obras. Comedia, drama, tragedia, teatro social, clown, realismo y surrealismo. Todo encaja en diez o quince minutos, porque así de grande es el mínimo. Y como de aprendizaje se trata, la Escuela Municipal de Teatro, a los mandos de Gari León, decidió homenajear al género con una muestra de 15 piezas. Una selección de textos bien escogida, bien compensada y excelentemente trabajada por los alumnos que cierran un curso pedregoso con un montaje difícil de llevar a cabo porque se caía en el riesgo de alargar en exceso una función que precisamente iba de lo contrario... de mínimos.



Quince montajes que funcionaron bien como vehículo de aprendizaje de los códigos y usos del género. Se vieron sobre las tablas buenos duelos actorales, réplicas rápidas, golpes de ingenio, buena planificación del espacio, excelente cooperación y algunas actuaciones de relumbrón que presagia un magnífico futuro para la escena actoral chiclanera. Nunca antes se había propuesto un desafío como este: en plena pandemia, la escuela tiene más alumnos que nunca y una versatilidad que ya la quisieran algunas escuelas profesionales. Lo mismo le pegan al teatro mínimo, que la performance de poesía y música que a un montaje largo. Mérito será del director, pero también el de un alumnado que acoge cada reto con la ilusión de probar y mejorar. Un triunfo.


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