Sobrevivir entre las grietas (1917) - Berenjena Company

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12 ene 2020

Sobrevivir entre las grietas (1917)


Las grietas que se abren en la tierra, entre sacos y barro, escupen hombres que se aprestan al combate en una carrera imposible hacia la muerte. Quizá entre ellos haya uno o dos que tengan como misión evitar una masacre que decida el curso de la batalla. Y por el camino tendrá que atravesar esas grietas, hundirse en la oscuridad de tramposos pasadizos, visitar la miserable condición humana que siempre empuja hacia la nada y darse cuenta de que la verdadera condecoración es volver a casa y sentir que, más allá de la podredumbre de los cadáveres corruptos, existe el suficiente cariño como para hacer que merezca la pena la supervivencia.

Para visitar ese paisaje derruido por las bombas, los disparos y las alambradas, es necesario agacharse, luchar hasta más allá del valor, correr para llevar a cabo un último favor al amigo que ha sido derribado en medio de los senderos que conducen hacia la gloria. De entre las brumas, surgirá la figura desconocida que puede tomar el rostro del enemigo, contemplar el fuego destructor que arrasa con todo, esquivar las balas que muerden con su sonido letal, encontrar un resquicio de inocencia que implora por la protección, atravesar la tierra de nadie con la sensación de que, en cualquier momento, la vida se va a escapar por las heridas de las entrañas, cruzar entre montañas de muerte y decidir que el riesgo no es tan fuerte como la voluntad. Mientras tanto, la tierra saltará en pedazos tratando de alcanzar el blanco móvil, el polvo se quedará incrustado en la garganta y las ratas seguirán buscando su comida en la carne corrompida. Las grietas siguen enviando a los hombres a la muerte y sobrevivir entre ellas será el mejor signo de heroísmo entendido como ir un poco más allá, sin dejar de avanzar, soslayando el absurdo del infierno que estalla alrededor y sabiendo que, aunque se haya iniciado el camino de vuelta, no se puede evitar el regreso a otro esfuerzo por conseguir lo que parecía imposible. Es sobrevivir, otra vez.

Puede que no haya novedad en el frente porque el juego de estrategias se pone sobre el tablero de las trincheras, con soldados como peones, incapaces de ponerse a salvo de una lluvia de balas sin chaqueta metálica, intentando salvar a soldados que están mucho más allá de las líneas enemigas, allí donde los ríos se encrespan y las miradas se preparan para cruzar el Jordán. Todo con vista contenida y única, todo con la tensión angustiosa de un frente difuso y sórdido, hundido en el cieno de batallas de días anteriores, con la esperanza engañando con unas horas más de vida. La sangre se volverá seca y la impresión perdura después de haber recorrido los rincones más oscuros de la crueldad. Al terminar, sólo la satisfacción podrá posarse sobre todos aquellos que se hayan atrevido a mirar, a acompañar a los que se han lanzado hacia una épica que no se desea y que sólo piensa en el siguiente paso. Lean el mensaje y esperen. Estamos ante una grandísima película.

Tal vez haya que disfrutar de unas imágenes soberbiamente tratadas o de una música que puede ser una de las mejores bandas sonoras del año, pero, sumergidos en el día 6 de abril de 1917 también se puede llorar de desesperación porque el objetivo parece alejarse cada vez más a pesar de que la perseverancia y la fuerza sean las mejores armas para derrotar a un enemigo sin cara mientras las luces de las bengalas proyectan las sombras de toda una ciudad en ruinas. Al salir, sólo se podrá ser capaz de sentarse bajo un árbol y darse cuenta de que el cine aún no ha muerto y de que el gesto de aprobación ante lo que nos acaban de narrar queda entre un hombre llamado Sam Mendes y todos los que se han asomado al abismo de esta apasionante historia llena de elegancia, contención e intensidad.                                                             


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