¿Cómo contentar al público? ¿Cómo no perder la esencia inclinándose hacia un lado de la balanza? ¿Cómo no decaer tras éxitos precedentes? La tercera edición del Interestelar, festival sevillano que a pesar de su juventud ya pisa fuerte, se enfrentaba a ese dilema: ¿qué camino seguir? La respuesta de la organización ha sido sencilla: ¡todos!
Un cartel muy compensando, donde conviven grandes nombres con bandas de carrera incipiente, estilos musicales no contrapuestos pero sí complementarios y un ambiente de intensidad para que no haya ningún momento de respiro entre el asistente al evento de la primavera hispalense. El Interestelar busca agradar por contenido masivo, por ocupar todo el espectro de gustos reinante. Nadie se queda fuera, todos son bienvenidos.
Pocos festivales pueden presumir de una "parrilla de salida" tan equilibrada; en cuanto a géneros musicales y en cuanto a número de artistas. Es un acto para una inmensa mayoría que se va a ver perfectamente reflejados en los temazos de Lori Meyers (inasequibles al desaliento festivalero), el pop elegante y matizado de Dorian, el tono bailable de La Casa Azul o el rock urbano de Sidecars.
La música de raíz la ponen ases tan dispares como Kiko Veneno o Arizona Baby, pertrechados a la perfección por animales escénicos como Juanito Makandé. Los sonidos enigmáticos y las letras inspiradas de Carlos Sadness, Coque Malla o Elefantes son otro punto de atención que no debe caer en el despiste para todo "interestalero". Pero no podemos alejarnos de propuestas sonoras, que sin ser tan mainstream como las mencionadas, son capaces de haberse hecho un hueco en uno de los carteles más interesantes del mundo festivalero patrio. Rock apasionado como el de The Grooves, melodías acertadas como las de Turmalina, clásicos como Josele Santiago, propuestas divertidas y rupturistas como la de Sexy Zebras, apariciones tan locas como la de las Nancys Rubias o discos de esperada puesta de largo en directo como los que traen bajo el brazo Tulsa o Ángel Stanich... Lo dicho. Merece la pena acercarse a Sevilla, porque la fiesta no ha hecho más que comenzar.