Mr. Groovy and the Blue Heads |
Robert Johnson no lo era. Ignorante. Pecador creemos que sí. Dice la leyenda (aunque hay otros que se lo atribuyen al también bluesman Tommy Johnson) que el Rey del Blues del Delta hizo un pacto con el diablo para conseguir ser el mejor guitarrista de blues. Sería leyenda pero al bueno de Robert seguro que no le hubiese importado hacer buenas migas con el Maligno y pecar de lo lindo para conseguir satisfacción tocando su vieja Gibson, de donde salieron unos pocos temas que han pasado a la Historia de la música. Uno de ellos sonó en la segunda edición del Cadizfornia Fest, evento a mayor gloria de la cultura surf y que congregó el pasado fin de semana en el poblado de Sancti Petri a un selecto grupo de artistas que nos hizo aventurar un maravilloso despliegue de goce musical.
Y pecamos. Pecamos de lo lindo porque así nos lo pidieron los chicos de Mr. Groovy and the Blue Heads. Tenemos que pecar porque nadie nos puede decir que el placer es malo. Pequemos porque la música es goce, es excitación, es sentirse vivos. Y qué forma de calentar al personal tienen estos chicos con ese blues eléctrico, enérgico y puro, que bebe de las fuentes originarias para transmutarse en frenético power rock. De composiciones propias (Stuff the bank, Somos más), a la recuperación de clásicos como ese Walking blues del propio Robert Johnson, que más que cantado fue aullado. Todo acompañado por un combo sonoro excepcional, mezcla de experiencia y juventud. Quizás la clave de su puesta en escena sea esa mezcla fabulosa, mística y perturbadora. Tiritando nos dejaron. Ese día compartieron cartel con unos enérgicos Dry Martina que desplegaron su virtuosismo a ritmo de swing, rock, beat sixty dejando al personal con los pies echando humo de los bailes que se pegaron. Grandes los malagueños con un sonido limpio y excitante. Pero seguimos pecando. La noche final se cerró con el trovador de la calle, con la voz cercana y calurosa de El Kanka. El malagueño fue el epílogo a un derroche de sensaciones, de pulsiones que con sus canciones surgidas de la ironía y el desenfado, desembocaron en frenesí colectivo.
Dry Martina |
Iseo |
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No me pises que llevo chanclas |
Al final nos queda el regusto cálido de la buena música, de la fresca cerveza, de la alegría por haber incurrido en el mayor de los pecados con el que puede cargar el ser humano: pasarlo bien. Que nunca nos quiten eso.
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