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Gari León en Gerardo |
Quien mucho abarca poco aprieta, pero Gari León cree ciegamente en la ciencia del payaso: aquella que dice que la realidad no tiene por qué ser la que se nos muestra. Porque los payasos ven nuestro mundo con otros ojos. Con mirada amable para buscar el lado positivo, aquel al que cantaba Monty Phyton. El caso es que Gari quiere abarcar y consigue apretar con todos sus proyectos que no son pocos, porque para eso él es poliédrico como persona y multifuncional en la gestión cultural. Lo mismo te sirve para picar unas luces en un espectáculo de danza que para dirigirte un montaje de campanillas. ¡Qué chico más
apañao!
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La gata |
Lo volvió a demostrar hace unos días. En su papel de agitador cultural contra el sinsentido que se vive en Chiclana con nula gestión por parte política y espacios cerrados cuando lo normal es tenerlos abiertos, Gari aunó fuerzas entre Elsaltolacabra, Labaranda Teatro y Al-Menara y aprovechó el escaparate que dona La Estación del Té para pergeñar un espectáculo único, un acercamiento entre artistas y público a través de varias vertientes de las artes escénicas.
De menor a mayor duración y cambiando de la pulga dramática (género universalmente instaurado por el gran José Moreno Arenas desde su querido Albolote) hasta la danza andalusí pasando por monólogos dramáticos y coplas dramatizadas y acabando en nuestro mínimo, el de aquí, el chiclanero. El cóctel fue variado, divertido, benéfico y esclarecedor sobre la inevitable sinergia entre público y artistas. Parca parafernalia decorativa, escenarios que pueden ser cualquier parte, sensación de desnudez y de cercanía. Paso a paso, cada montaje se iba sucediendo (de menor a mayor duración, claro) para mostrarnos la cara diversa del teatro y la danza. Mensaje lanzado con firmeza, aunque hubiese sido deseable que llegar a más público.
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Arriba: Crisálida
Abajo: Cárcel de oro |
Sensualidad, esteticismo y narración
ipso facta en
La gata, pulga de Moreno Arenas que abrió boca para pasar luego a una mezcla acertada y con una transición fascinante entre el delicioso mundo de
Gerardo (mítico mínimo de Antonio Daniel García Orellana) y el delirante mundo de
El re-domador de José Luis Ramos. La danza festiva, alegre, de amplios rasgos estilísticos de Leil & Nahar sirvió de puente entre las dos partes de la función que siguió con el estremecedor monólogo de Josefa García,
Crisálida, que ella mismo interpretó con vehemencia y gran actitud dramática. La curiosa dramatización de la copla
Cárcel de oro sirvió de prólogo a otro momento mítico de los mínimos de Taetro: la nueva revelación de la santidad mariana en
Al cielo con ella, original de Javier García Teba y que como colofón, de nuevo confirmó que se trata de un montaje actual (a pesar de que ya ha llovido desde su estreno). Sarcástica, irónica, reivindicativa, humorística... Gran broche a una noche para recordar... y para que algunos piensen en que otra cultura es posible. Una cultura, sin lugar a dudas, mayor.
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Al cielo con ella |
Fotos:
@zuhmalheur
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