La velocidad es una magnitud física que expresa la distancia recorrida de un objeto por unidad de tiempo. A veces, es importante ser veloz. En otras ocasiones, conviene la pausa, la reflexión e incluso el distanciamiento, si se me permite el uso del término brechtiano. Pero cuando la constante de la velocidad se ejecuta con control, llegamos a buen puerto. Justamente lo que podemos comprobar en la evolución progresiva de la Orquesta Joven Ciudad de Chiclana (OJCC), que volvió a las tablas del Teatro Moderno tras anteriores incursiones y salió de allí sin defraudar y con la vívida sensación de que cada paso que dan en su crecimiento es exageradamente beneficioso.
Jesús Rivera sabe conjugar el talento con el cariño. Su labor al frente de la OJCC no es meramente la de un director musical al uso. Es experto en aplicar el método pedagógico sumado a un doble cariño: a su trabajo y a sus compañeros de orquesta, que se ven mimados y respetados por un director que los lleva con paso seguro sobre la senda del triunfo.
El repertorio que nos deparó la orquesta el pasado viernes siguió indagando en esa experimentación que mezcla lo clásico con lo popular con el denominador común de la búsqueda de la excelencia. Excepcional arranque con una pieza poco conocida de Gustav Holst. Su Suite Saint Paul sonó rotunda y medida en las cuerdas de la joven orquesta, siendo un aperitivo que se degustaba con fruición y alegría. Prueba de lo selecto del repertorio es la visita que los músicos hicieron por la Danza Húngara de Brahms pero en su Primer Movimiento, que aunque conocido, no es el hit que todos conocemos. Paulatinamente fueron acompasándose los ejecutantes en una prueba final de la realidad en la que se ha convertido este grupo. La primera parte del concierto quedó clausurada con la obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini, que demostró las grandes posibilidades que tiene la OJCC de convertirse en una sinfónica de importancia a poco que tenga más apoyo público y que siga con su labor captadora de talentos.
Y es que talento no falta. Para prueba, dos botones. Sendos componentes de la orquesta (Mario Cabeza de Vaca y Blas Gómez), aportaron al repertorio dos obras originales. Travesía del Argo y Fantasía empatizaron con el respetable puesto que estamos ante dos piezas cortas pero de una madurez inusitada. Dos trabajos que enlazan perfectamente con las destrezas que muestran estos músicos y que publicitan que esta OJCC tiene aún tesoros escondidos que mostrar.
Una parte más popular y cinematográfica cerró (a falta de los bises, muy lúdicos y entregados), el recital: soberbias composiciones de Alan Silvestri para Los Vengadores y Forrest Gump y el tema de apertura de Star Wars: El despertar de la Fuerza que John Williams compuso para el retorno a la saga lucasiana fueron muy aplaudidos, aunque si algo tenemos que reprochar del trabajo de los chicos es aquí. Se notó que la partitura de Williams está escrita para una sinfónica completa, donde la épica rezume en los metales, percusiones y cuerdas. Quizá se le queda un poco grande abordar a la OJCC este tipo de trabajos pero, qué puñetas, demostrar las agallas para tocarla y que el resultado salga muy decente es la prueba fehaciente de que el trabajo que se está haciendo es maravilloso y que ese es el camino, con tempo Allegro molto vivace, que debe seguir transitando la Orquesta Joven Ciudad de Chiclana. A seguir progresando... A seguir cautivando.
Fotos: @zuhmalheur
Fotos: @zuhmalheur
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