CLAUDIA CARDINALE: UNA MIRADA PARA TI - Berenjena Company

Banner (no visible)

25 sept 2025

CLAUDIA CARDINALE: UNA MIRADA PARA TI



Una de las virtudes que siempre quise ver en Claudia Cardinale fue su mirada. No sé cómo lo hacía, pero, de algún modo, parecía que la mirada iba dirigida directamente hacia mí. Y supongo que algo parecido sentían el resto de espectadores. Esa mirada la he visto en novias, en ese momento en el que ellas se vuelven hacia ti y parece que te dedican una profundidad de la que sólo tú eres el poseedor. Nadie más. Eso hacía que todas y cada una de las interpretaciones de una actriz como ella parecieran llevar algo muy personal, algo intransferible. Ella actuaba para mí. O para ti. O para ellos. O para nosotros.


Fue una actriz de carrera muy larga, porque nunca llegó a retirarse. No fue una diva como Sophia Loren o Gina Lollobrigida. Ella se conformaba con actuar, con ser parte de las películas en las que intervenía, entre otras cosas, porque no se consideraba especialmente guapa, a pesar de que se lo repetían continuamente al oído. Puede que esa violación de la fue víctima a los diecisiete años y que tuvo como consecuencia el embarazo y posterior nacimiento de su primer hijo marcara una conducta que nunca se creyó del todo el poder que tenía su belleza, su serenidad siempre marcada, su tranquila interpretación.


Ya con su tercera película se juntó con dos monstruos como Vittorio Gassman y Marcello Mastroianni para aquel plato de lentejas que era Rufufú, de Mario Monicelli, parodia-homenaje al Rififí, de Jules Dassin, una de las mejores películas de cine negro nacidas en Europa, y que aquí también quiso echar una mirada desenfadada al neorrealismo italiano, tan común en las salas de cine de aquellos años en los que ya estaba dejando paso al cine del desarrollismo.


Ella es parte fundamental del argumento de esa joya titulada Un maldito embrollo, de Pietro Germi, que no es más que la aplicación de las reglas del cine negro al neorrealismo con un resultado sorprendente y muy apreciable. Interviene en la segunda parte de Rufufú, con el título de Rufufú da el golpe, nuevamente al lado de Gassman, pero sin Mastroianni, menos divertida que la primera, pero muy digna secuela. 


Su primer encuentro con Luchino Visconti fue en la extraordinaria Rocco y sus hermanos, nada menos que al lado de Alain Delon, dando ya muestras de una evolución dramática muy interesante, y consigue el reconocimiento mundial interviniendo en La chica con la maleta, de Valerio Zurlini, máximo exponente del cine del desarrollismo italiano, en la piel de esa chica perdida, pasada de hermano a hermano, que pasea una delicada belleza por las calles de Italia. 


También resulta el acompañamiento perfecto para los duelos de capa y espada para la muy divertida Cartouche, de Philippe de Broca, siendo la respuesta ideal a Jean Paul Belmondo y Federico Fellini la reclama para ser la chica ideal en la mente de Marcello Mastroianni para su obra maestra Ocho y medio. Para culminar este principio de los años sesenta, Luchino Visconti la viste de seda y elegancia para encarnar a la prometida de Alain Delon en una de sus obras máximas como es El gatopardo, primera película en la que coincidió con Burt Lancaster, del que llegó a decir que era “desesperante porque, antes de coger un cenicero, te da una charla sobre las motivaciones para cogerlo. Te dan ganas de coger el cenicero y tirárselo a la cabeza”.


Su primera incursión en el cine americano se halla en la muy divertida La pantera rosa, de Blake Edwards, encarnando a la Princesa, posible objetivo de las andanzas de Sir Charles “El Fantasma”, interpretado con elegancia por David Niven, mientras es protegida por el detective más patoso de la historia del cine, el inspector Clouseau bajo el rostro de Peter Sellers.


Viaja a España para unirse a John Wayne y Rita Hayworth en la última producción Bronston, El fabuloso mundo del circo, de Henry Hathaway. Viaja a Estados Unidos para unirse a Rock Hudson en la comedia de intriga Misión secreta y desempeña un interesante papel en medio de la guerra de Argel en la notable Mando perdido junto a Anthony Quinn, George Segal y Alain Delon.

 

Uno de sus mejores papeles dentro del cine americano se halla en Los profesionales, de Richard Brooks, al lado de Lee Marvin, Burt Lancaster, Jack Palance, Robert Ryan y Woody Strode. En la piel de María, una mexicana que se casa con un terrateniente despótico, hace caso a su alma de revolucionaria para cruzar a México y unirse a su gran amor, un guerrillero que sigue en refriegas, tal vez, porque no tiene otro lugar a donde ir. Una gran película, con un personaje que ella solventa con talento y una poderosa carga sensual.


Sigue en Estados Unidos rivalizando en belleza con Sharon Tate en la interesante y muy olvidada No hagan olas, de Alexander MacKendrick y, después de reencontrarse con Rock Hudson en la muy prescindible Guapa, ardiente y peligrosa, Sergio Leone hace que sea el centro y origen de toda la trama de su ópera-western Hasta que llegó su hora, con Henry Fonda, Charles Bronson y Jason Robards como compañeros de reparto. 


Es tentada por el cine francés porque le plantean un duelo en la cumbre en Las petroleras, al lado de otro símbolo sexual como Brigitte Bardot, con la que, por cierto, se llevó especialmente bien y Visconti la reclama de nuevo para ser la esposa, a la que su marido siempre pide disculpas en silencio y ensoñación, en la muy notable Confidencias, otra vez con Burt Lancaster. 


A partir de este momento, su carrera decae peldaño a peldaño, aunque aún nos deje muestras de su paso elegante y siempre certero con su mirada por delante. Ahí está la muy interesante La piel, de Liliana Cavani, o su inmersión en el caos de la jungla con el Fitzcarraldo, de Werner Herzog, pero ya sus apariciones comienzan a ser casi como de estrella invitada, de momento fulgurante y breve, en muchos títulos sin distribución internacional y confinados en los mercados de Italia, Francia y Alemania. A destacar ese breve, pero elegantísimo trabajo que hace para Fernando Trueba en su episódica intervención de El artista y la modelo, con Jean Rochefort de protagonista.


Aún queda una película suya por estrenar, Piccolina bella, de Anna Scaglione, un drama sobre la inmigración en tierras de cultivo. Ella no dejó de trabajar, igual que su mirada no dejó de perseguirme. Eso ayudó a que yo también fuera un profesional que quisiera ir a buscarla al corazón de las Montañas Pintadas de México, o que fuera un tipo que no dejaba de tocar la armónica para que sus sueños se hicieran realidad, o que deseara cogerle la maleta para que no tuviera que atracar en otro hombre, o que supiera que el diamante más grande del mundo estaba seguro en sus manos. Esos milagros obraba su mirada y ahora se cerraron sus ojos. Ya no seré nadie sólo porque ella no estará. 

 

César Bardés

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA TU COMENTARIO - Lo estamos esperando...

Post Bottom Ad