El sombrero en la cuerda (Indiana Jones y el dial del destino) - Berenjena Company

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2 jul 2023

El sombrero en la cuerda (Indiana Jones y el dial del destino)



El doctor Henry Jones Jr. vuelve a dar la cara. Y nosotros, con los ojos ya adultos, regresamos a aquellos tiernos días de juventud rancia para vivir una aventura, quizá la última, con él. Nuestra sensación siempre es de nostalgia, pero, por ventura, nos dejamos arrastrar en sus idas y venidas, con el inolvidable chasquido del látigo resonando en nuestros oídos, con la seguridad de que su próximo derechazo aún sigue siendo demoledor, con la media sonrisa de quien sabe que un amigo viene hacer una visita, no se va a quedar a cenar, pero nos dará un par de lecciones de Historia y, a la vez, nos va a hacer disfrutar porque, de alguna manera, por ahí, alrededor de la butaca, también nos sonríe nuestro espíritu joven.


Sin duda, la película es más afortunada que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, tiene una mayor compensación entre sus distintos episodios, el inicio es más trepidante e, incluso, sorprendente, tiene un villano que, a excepción del final, se eleva por encima de otros de la serie y, por si fuera poco, no faltan los ejercicios de sensaciones redivivas, volviendo a coger el sombrero porque Indy está ahí, con su peculiar sentido del humor ante situaciones chocantes, con viejos amigos dispuestos a echar una mano y con la edad a cuestas.


La partitura de John Williams, mucho más allá de la repetición de la legendaria marcha de En busca del arca perdida, resulta de alto nivel, demostrando que el maestro sigue en plena forma, al igual que el héroe. La dirección es más que aceptable aunque, en algún momento y quién sabe si por la mirada atenta de Steven Spielberg como productor ejecutivo, remite un poco a El secreto del unicornio. Harrison Ford parece que vuelve a disfrutar calándose el sombrero, ese mismo que parece que quedará ya para siempre en la cuerda, aunque con el profesor Jones nunca se sabe. Y, aunque en algún momento parece que queda algún fleco por atar y que la historia decae ligeramente, en el fondo, cualquiera de nosotros, adolescentes que abrimos el Arca de la Alianza, que hicimos arder las piedras de Shankara y que perdimos el Santo Grial según nos íbamos haciendo mayores, no queremos que nuestro héroe se vaya. Tal vez porque, con él, también se va una buena parte de todos aquellos sueños que nunca pudimos cumplir y que él azuzaba con su empuje.


Así que, buena suerte, doctor Jones. Gracias por todo. Volveremos a usted inevitablemente en largas tardes de aburrimiento dinamitado con sus aventuras. Le acompañaremos en las cuevas más recónditas, con telarañas de algodón hilado y enigmas indescifrables sólo para darnos cuenta de que no somos tan listos. Recogeremos el sombrero con ávida rapidez cuando se le caiga y regresaremos al hechizo de esa mirada que siempre destila un punto de vulnerabilidad. Es lo menos que podríamos hacer por un hombre que nos dio unas clases tan maravillosas, esas mismas en las que decía que nunca hay una equis en el lugar donde está el tesoro. Buscaremos de nuevo reflejos de sol, o minas vertiginosas, o libros firmados por Hitler. Aceptaremos resbalones eternos por las bibliotecas o imposibles relojes que marcan grietas en el tiempo. Sólo para volver a sentirnos llenos de júbilo, sólo para volver a derrotar, una vez más, a los nazis o a los miembros de cualquier secta secreta caminando por el borde de la traición a Shiva. Ni la Arqueología, ni la Historia, ni la Aventura, ni el Cine han sido iguales gracias a usted. Esta vez es el profesor es el que se merece un diez.


César Bardés

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