Las muchas vidas de Ninette - Berenjena Company

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25 abr 2023

Las muchas vidas de Ninette


Andrés es de creencias arraigadas. Su vida, su trabajo, su casa, su moral. Que nadie le toque su moral y sus convicciones. Andrés conoce desde hace tiempo a Armando y éste le convence de que le visite en París. Fíjese usted: París, oh la la, años 60 para un españolito de los años 60 muy metido en los años 60. Y claro, entre madame Bernarda que es un torbellino que no deja rama enhiesta a su paso y con monsieur Pierre, anclado en el pasado pero luchando por los de su clase en su presente, el pobre Andrés se siente como pez fuera del agua. Se ahoga, el pobre mío. Pero en estas, llega Ninette y Andrés deja de estar en los años 60 para sentirse en los cielos. Ninette conoce a un señor de Murcia pero termina por estar con alguien que quiere rebelarse contra todos... incluso contra Ninette. Total, que el pobre Andrés se cae de un guindo en París, metáfora perfecta de la adormecida España del tardofranquismo, tan anestesiada por la dictadura y con tan poquitas miras de futuro (normal, si es que no se veía futuro en aquella España en blanco y negro).


Andrés quiere amar pero no quiere ser atado. Quiere vivir, pero no quiere que otros le vivan su vida por él. Quiere dejar Murcia por París, pero al final se da cuenta de que ser extraño en tierra lejana a veces tiene más contras que pros. Y aquí tienen las honduras del texto de Miguel Mihura que se estrenó a mitad de los 60 en esa triste España del desarrollismo, de tecnócratas del Opus, de tímida apertura internacional, de bombas nucleares en Palomares y de Mañana puede ser verdad. Quizás el bueno de don Miguel no pensó en su día que con esta comedia estuviera tocando tantas llagas, pero ahí lo tenemos más de medio siglo después representándose aún por teatros de toda España y dándonos una visión poliédrica de esa España que parece tan lejana y que algunos se empeñan en recordar.


Todas esas visiones que el bueno de Mihura impuso (casi sin querer) a la hora de escribir Ninette y un señor de Murcia se reflejaron con esplendidez en las tablas del Teatro Moderno de Chiclana en el montaje que de esta obra dirigió Manuel Martín para la Compañía del Gags. Porque la principal virtud de este montaje es su absoluta pasión por el texto original de don Miguel y por una puesta en escena pulcra pero eficiente, que abrigó una acción rítmica que no decayó en ningún momento y que como es lógico, causó la hilaridad entre el respetable porque si uno no se ríe con Ninette y un señor de Murcia, oiga, está usted muerto por dentro.


A esa delicada manija de Manuel Martín y ese gran ritmo del que dispuso toda la función, debemos añadir otro gran acierto por parte de la dirección: el pleno acierto en la elección del reparto puesto que donde Jesús López construye un Andrés que va desde la candidez hasta la rebeldía, Antonio Meléndez elabora con su Armando un compendio perfecto del español medio de los 60 en un personaje plagado de golpes de humor. Por ahí pululan también una fantástica Almudena González que hace malabarismos con su texto para encarnar a una "pesada" (e hilarante) madame Bernarda y Manuel Martín que a sus labores de dirección aporta la interpretación de monsieur Pierre, tremendo, tajante y en el fondo un sentimental (de tiempos pasados o de lo que sea). 


Déjenme que ya casi en el final, pose mi mirada en Ninette. Porque Fany Fuentes le regala delicadeza, le otorga frescura, le aporta una inteligencia suprema a un papel que se presenta como un compendio de mosquita muerta y de femme fatale y termina siendo un embrión de lo que en el futuro será madame Bernarda. Ninette quiere cazar a un hombre y caza a Andrés. Y donde el panoli murciano espera rebeldía, se encuentra con conformismo y con una relación de pareja institucionalizada. Para nada parisino, ya ven. En resumen, Fany Fuentes transita por todos los vericuetos de ese personaje de forma espléndida... Y ¿saben lo peor? Que uno también termina prendado de Ninette. Así es su influjo.


Y sí, echamos unas risas con la Compañía del Gags y su Ninette. Y volvemos a recordar una de las grandes obras del siglo pasado. Y nos volvemos a encontrar con un grupo de actores eficiente que hace bien su trabajo. Por esto y por más cosas, pagamos por ir al teatro. Por eso y porque queremos recordarle a la Compañía del Gags que Ninette: Modas de París está ahí para ser adaptada. Ahí lo dejo.

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