Terapia para un crimen (Los renglones torcidos de Dios) - Berenjena Company

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8 oct 2022

Terapia para un crimen (Los renglones torcidos de Dios)



Detrás del rostro de Alice Gould se esconden los secretos que llevan a la cordura. Su mirada es una extraña mezcla de desafío y miedo y va a tener que guardar un perfecto equilibrio entre ambas cosas. Los fríos azulejos de la locura estrechan sus bordes para ahogar cualquier atisbo de razón. Y Alice lucha, lucha sin parar porque es posible que, en el fondo de su mente, haya algún desorden emparejado con la paranoia, pero también hay ese tesón inconfundible que sólo pertenece a las mujeres, incapaces de rendirse, valerosas hasta el éxtasis.


Alice deberá pisar con mucho cuidado en una selva de neurosis que resulta un camino lleno de trampas. Lo que es, no lo parece. Lo que parece, es. Y así, este detective privado de intuición comprobada y profunda valentía, nos cogerá de la mano para protegernos ante los embates desatados de la ira y de la ignorancia. Ella nos descubrirá cosas. Ella hará que entre la luz entre los muros marrones de suciedad y batas blancas. Como si fuera el mejor calmante entre tanto giro, entre tanta estupidez impostada que, en el fondo, está vestida de la misma arrogancia de la que ella peca. Alice somos nosotros, pero el nosotros del otro lado.


El cine español tenía una deuda contraída con la adaptación literaria de esta obra de Torcuato Luca de Tena. Con referentes como Corredor sin retorno, de Samuel Fuller, se construye una trama solvente a pesar de sus continuos retorcimientos, con una actriz que sobrepasa todas las marcas como Bárbara Lennie, centro, razón y locura de toda la historia, que eclipsa cualquier otro intento interpretativo a su alrededor. El director Oriol Paulo dirige con calma, intentando componer un cierto contrapeso al desquiciamiento evidente de un sanatorio donde el crimen es una enfermedad más. Quizá hagan falta un par de explicaciones que, con toda seguridad, se han quedado en el suelo de la sala de montaje, pero el conjunto es vigoroso, extremo, algo alargado, pero eficaz y, en muchos tramos, brillante.


Así que es el momento de diferenciar entre la verdad, la mentira y la esquizofrenia. No hay más trucos que la intuición y la seguridad de que, en ningún momento, se está contando todo. Son trozos de un mosaico mental que hay que juntar con habilidad y eso, por una vez, hace que el espectador sea tomado por un ser inteligente que no necesita anestesia. Las preguntas se harán cada vez más difíciles y los días serán más cortos. Todo reside en la punta de una aguja, o en la temible corriente que emana de una máquina que hace que la corriente pase por todo el cuerpo, como un río sin control de emociones y mentiras a medias. El historial será rellenado con paciencia, como si fuera fruto de una larga observación que se proporciona a través de una ventana donde se invierte en escondites y se rentabiliza con fuego.


Y el director Oriol Paulo no se limita a hacer una adaptación más o menos fiel, muy alejada del intento mexicano de 1983 por parte de Tulio Demicheli con intervención en el guion del propio Luca de Tena, sino que también juega con los tiempos narrativos para dar la impresión de que nada está demasiado claro y que todo depende de la perspectiva con la que se enfoquen los hechos. En esta ocasión, los renglones torcidos de Dios seguirán desviados, pero es posible que la letra sea algo más clara, menos morosa, más ambiciosa y con la obsesión como medicamente. Hay que seguir escribiendo. Hay que seguir a pesar de todo.


César Bardés

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