El olvido es la muerte - Berenjena Company

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2 sept 2022

El olvido es la muerte


Solo un ademán, solo una intención y la violencia desborda cualquier tipo de barrera, tanto que la hace insoportable a quien la contempla, impactados, sin apenas poder reaccionar a la maldad del hombre que corrompe los principios de su ser basándose en unas ideas. Lágrimas que afloran por los rostros, corazones encogidos, rabia enconada desde hace años, decenios, casi un siglo. Casi un siglo sin memoria, porque este puñetero país aunque tiene mucho para recordar, no quiere hacerlo. Y si no nos encontramos en un espacio en común en el que lamamos nuestras heridas, nos digamos las cosas a la cara y reconozcamos el daño que una vez nos hicimos, no seremos un país, sino un pozo sin fondo en el que anida el odio, donde habita el olvido... Y ya sabemos que el olvido es la muerte.


Sobrecogidos salimos de la representación de Las 13 rosas por la compañía dirigida por Estíbaliz Núñez que tomando un texto propio esboza con dolor, denuncia y memoria uno de los episodios más deleznables de nuestra Historia reciente: aquel en el que unas jóvenes fueron vilipendiadas, violentadas, despojadas de todo menos de su dignidad, para al final ser cruelmente asesinadas en nombre de un gobierno ilegítimo que tuvo la suerte de ganar una guerra de hermanos. Sobrecogidos porque con unos escasos gestos y con las palabras justas, vivimos en nuestras carnes y en nuestra alma el sufrimiento de esas chiquillas cuyo pecado fue ser leales a un ideal de libertad frente a la barbarie del fascismo. La puesta en escena sobria, efectista y marcadamente trágica de Estíbaliz Núñez contrasta con la emoción que emana de cada personaje, con la dignidad que rezuma cada una de las cuatro actrices que se pusieron en la piel de todas aquellas a las que intentaron callar un 5 de agosto de 1939. Porque aunque salimos del Teatro Moderno de Chiclana con un pesar inmenso por la tragedia, volvimos a renovar nuestra esperanza en la valentía y la alegría de unas mujeres trabajadoras que nunca rechazaron su papel protagonista en la Historia.


Las 13 rosas se mueve a medio camino entre el teatro, el flamenco (fantástico el aporte musical en directo a cargo de Daniel Bommati que matizaba o enfatizaba algunas escenas) y el documento histórico. Un cóctel servido para dejar con el nudo en la garganta al respetable que asistió a una representación de ritmo cadencioso pero que nunca decayó en buena parte al enorme trabajo de las cuatro actrices que homenajeaban a las trece rosas protagonistas de la historia, bien regidas por una dirección de actrices sólida que vino de la mano de Estibaliz Núñez, también autora del texto. Excepcional trabajo ya sea desde un punto de vista vocal (esos cantes maravillosos que rezuman ternura, fiereza... humanidad), textual o físico de Gemma Arriaza, Laura Liz, Rocío Román y Noelia Bravo secundadas por unos Vandy Sabajanes y Manuel Lobo, inmensos en su hieratismo marcial y en su visión de la maldad humana institucionalizada por obra y gracia del dictador. A destacar también el papel protagónico de la ambientación y la iluminación, aspectos técnicos que corrieron a cargo de Chema Barragán.


Muchas veces hemos afirmado en este medio que el teatro cumple una función social, educativa. Es un arte necesario hecho por profesionales que se juegan el pellejo (económico, entiéndanme) para sacar proyectos que otros con más medios, no se atreven a desarrollar. Por eso Las 13 rosas de Estíbaliz Núñez es un montaje necesario, un pequeño milagro y se merece toda la suerte para seguir girando por toda España. Se lo merecen ellas y también aquellas a las que vuelven a dar vida en cada representación: Adelina, Ana, Blanca, Carmen, Dionisia, Elena, Joaquina, Julia, Luisa, Martina, Pilar, Victoria y Virtudes.


Que sus nombres no se borren de la Historia.


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