Los héroes no están cansados (Lightyear) - Berenjena Company

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18 jun 2022

Los héroes no están cansados (Lightyear)



En otro mundo de imaginación, los héroes todavía deben demostrar de lo que son capaces. El vacío del espacio exterior acabará por exhibirlos en un mostrador de juguetes para que un niño repita una y mil veces la misma aventura que acaba de ver en el cine. Una vez más. Y otra. Salvando a la Humanidad o a unos colonos del espacio, haciendo que el bien triunfe sobre el mal. Los héroes hacen que ya no queden dudas al respecto.


Así que ahí tenemos a Buzz Lightyear abriendo el camino de la hazaña para que la fantasía se haga realidad en cualquier cuento infantil, con otros juguetes como compañeros, porque, en su historia de origen, tiene a los mejores. Fueron valientes, intrépidos, decididos y capaces de vencer sus propios miedos. Las estrellas, al fin y al cabo, cuando tiemblan en su fulgor, no lo hacen por miedo.


Cualquier película con el sello de Pixar tiene una esperanza de calidad que no sólo se circunscribe a la realización y al acabado sino también a su espléndida inventiva en la narración de sus películas. Lightyear, a pesar de ser un vehículo de cierta eficacia para los más pequeños, se destaca por su escaso brillo, probablemente debido a la ausencia de emoción que parece recibir todos los pasos de ese vigilante del cosmos que trata de proteger a todos con su arrojo, siempre innegable, y con su perseverancia, a veces, algo débil.


No faltan, por supuesto, homenajes a las consabidas 2001: Una odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, o Interstellar, de Christopher Nolan, con sus saltos de tiempo que tan bien sabe explotar la capacidad de síntesis de la Pixar, que llegó a su máxima expresión con esos maravillosos quince minutos iniciales de Up. Aún así, la película no consigue conectar del todo, limitándose a una serie de viñetas trepidantes sin fuerza interior, quedándose a medio camino entre el infinito y el más allá.


Y es que los héroes no están cansados porque no son sólo vehículos de acción al servicio de la nostalgia. También deben tener una historia con cierta encarnadura, no limitándose a la belleza de la permanencia en las vidas provisionales de unos náufragos que, con el paso de los años, se encuentran más aislados del resto de la Humanidad. El corazón nunca debe de faltar cuando los malvados archiconocidos tratan de imponer los planes de la aniquilación. Eso es algo que todos los héroes saben cuando despliegan sus alas y hacen que todos los que les llegamos a conocer sepamos la auténtica medida de su valor. Más aún si eso se consigue con el espléndido subrayado que ofrece la música de Michael Giacchino, uno de los mejores valores de la cinta y, sin duda, un firme candidato a la sucesión de John Williams en el universo del pentagrama para películas.


Todo será difícil cuando se ponga demasiado en alerta. Un viaje de cuatro minutos se convierte en otro de cuatro años y pasar por los anillos en ruta es una muestra más del heroísmo del más experto de los pilotos. El siguiente paso, querido Buzz, será conquistar el firmamento en el cuarto de un niño que querrá a sus juguetes como un elemento más de su lento proceso hacia la madurez. La responsabilidad es muy grande. Y más vale demostrar ese heroísmo en un espacio que se conoce bien. En el infinito. En las estrellas. En ese lugar en el que la fantasía no tiene límites y los héroes nunca, nunca mueren.


César Bardés

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