El amigo imaginario (Maligno) - Berenjena Company

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5 sept 2021

El amigo imaginario (Maligno)



Puede que uno de los amigos imaginarios más inquietantes del cine sea aquel que se llamaba Tony y se expresaba a través del movimiento del dedo índice en una película llamada El resplandor. No cabe duda de que ese universo que han visitado todos los niños, construyendo alguien a quien hablar, con sus propias características y personalidad es uno de los rincones más  oscuros de la personalidad infantil. Más que nada porque ese amigo adopta la forma y maneras que surgen de lo más profundo de sus mentes. Y puede ser bueno, pero también puede que no.


En esta ocasión, el director James Wan ha ideado toda una trama basándose en ese amigo que no existe (aunque, tal vez, sí) y ha sabido sujetar las riendas de forma admirable en su primer tercio para, luego, desbocarse de forma algo lamentable por el precipicio de la casquería y del abandono del miedo. Maligno parte de una idea atractiva que se va resbalando poco a poco hacia los abismos de lo insustancial y de lo más fácil. El suspense se olvida y todo termina en una imposible persecución a pesar de su más que evidente mensaje que, para no caer en innecesarias revelaciones, no voy a detallar aquí.


Así que es posible que un hecho fortuito provoque la aparición de todos los temores y de todas las frustraciones. Los fantasmas pueden existir en la cabeza y es difícil unir las piezas cuando se trata de un pasado que no se recuerda porque es mejor y más sano olvidar. Lo inoportuno siempre hace su aparición en un mundo no demasiado amable, la hipnosis sólo despierta antiguos pánicos y sólo queda la salida del dominio disciplinado de la mente. El demonio habita en todos nosotros y, en esta ocasión, va a haber que identificarlo con toda seguridad. En caso contrario, la sangra brotará a borbotones y la brutalidad será lo usual. Ya se sabe. Todos llevamos una bestia dentro a la que debemos controlar.


Viejas grabaciones revelarán ocultos secretos que nunca debieron ser estudiados. No se debe dejar crecer al mal para estudiar sus efectos sobre el bien y las venganzas estarán cuidadosamente planeadas en oscuras habitaciones de enormes edificios. La mente humana es un misterio fascinante por lo que oculta, no por lo que se conoce. Y la noche se volverá una tormenta de imágenes que parecen soñadas, o premonitorias, o revividas. El día debe vencer a la noche y los gritos nunca se pueden oír con claridad mientras la lluvia no deja de caer. La provocación pagará muy caro su atrevimiento y las deformaciones se mostrarán con su mirada acuosa. La maldad…siempre la maldad…


Dentro de los defectos de esta película del director que nos hizo pasar mucho miedo con la primera y segunda parte de El expediente Warren, está la mediocridad de los actores unida a una elección discutible de la banda sonora. Por otro lado, esa opción rara y decidida de aventurarse por los terrenos de la persecución también hace que, en algún momento, Wan traicione las reglas que se ha ocupado de describir en la misma película. En todo caso, la inquietud huye y habrá que esperar a otro día en el que la inspiración sea algo más sugerente y algo menos hemoglobínica. Puede que no haya que rebuscar tanto en los argumentos para hallar una explicación coherente a todo un entramado. No lo sabemos. En todo caso, lo preguntaremos detenidamente a esa vocecita que nos ha hablado tantas veces durante los años de la inocencia. Puede que en el fondo los amigos no estén muy de acuerdo.


César Bardés 

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